Mi hija tiene 2 años y 5 meses. Durante este tiempo, desde que nació, pasamos por distintas etapas en cuanto al sueño: dormirse mientras le daba de mamar ( y sólo así), acunada, en brazos; después existieron épocas en las que le decíamos hasta mañana y se quedaba dormida sin mucha intervención nuestra. Hubo momentos de despertadas muy frecuentes que se fueron espaciando hasta lograr tirones largos. Y un buen día, cerquita del año, reclamó de nuevo los brazos, el canto (y al canto se sumaron cuentos) y -en resumen- la presencia amorosa de su mamá o su papá (o alguna abuela) para poder conciliar ese estado tan necesario que es el sueño. Cuando dejó de "dormirse sola", tuvimos que lidiar con todo tipo de interrogantes: ¿es bueno ceder a este pedido?, ¿logrará alguna vez desligarnos de esta tarea que a veces consume tanto rato? Rodeados de libros y personas que promueven el entrenamiento de bebés y niños para dormir "sin necesitar de nadie ni de nada", no me convencía para nada no responder a un pedido tan explícito de compañía en un momento tan especial como es la oscuridad de la noche, su silencio, su infinito. Así que decidimos, una vez más, que este momento de necesidad de nuestra hija merecía el más absoluto respeto, y nos propusimos hacer de ese rato un rato de encuentro, de contacto físico, de poner en hechos ese amor que los padres les tenemos a los hijos. Es así como desde hace más de un año, los cuentos y las canciones y las charlas (ahora habla y en ese rato nos cuenta las cosas más increíbles) son como un tobogán para lanzarse al remanso del sueño. Es verdad: cuesta esfuerzo. Al final del día uno querría no tener que seguir interviniendo, uno querría dedicarse a otra cosa. Pero -y lo comprobamos cada vez- el tiempo que uno invierte en satisfacer una necesidad auténtica, es simplemente eso: una inversión. Desde Crianza Consciente queremos ofrecer información real y sustentada de forma científica para complementar esto que vivimos muchos padres: que contener y acompañar a nuestros hijos es algo bueno en sí mismo, más allá de lo que digan algunos libros y expertos. Por eso, te invitamos a recorrer los informes que iremos subiendo estos días sobre los patrones de sueño esperables en bebés y niños pequeños. ¡Ojalá sirvan!